martes, 19 de julio de 2011

LA INVESTIGACION UN NUEVO ROL DE LA PRAXIS DOCENTE

LA INVESTIGACION UN NUEVO ROL DE LA PRAXIS DOCENTE[1]

“La investigación para el docente es como la linterna para el campesino que anda en medio de la noche”

En América Latina y en especial en Colombia, se viene realizando una gran reflexión sobre el proceso educativo, en cuanto que a este se le ha encomendado de manera implícita la tarea del cuidado de los nuevos conciudadanos, resaltando dentro de la misma la importancia de transmitir  los conocimientos que la sociedad ha convalidado de otros estamentos. La pregunta, que se genera ante la labor en comendada a la educación y desde luego al rol de docente, es: ¿Cuál debe ser el perfil de docente que se necesita hoy?.
Para iniciar   a responder dicho interrogante es importante comprender que la docencia como otra actividad  durante el transcurso del tiempo ha venido adquiriendo un “corpus” que le ha permitido institucionalizarse y quedar encomendada a un grupo de profesionales, por lo tanto se deduce que es una actividad ocupacional en cuanto que presta un servicio de carácter especifico a la sociedad, lo que le lleva a ser realizada por un grupo de personas que se han preparado tras un largo proceso de capacitación, tanto en la fundamentación epistemológica de la educación, la pedagogía, la sociología, la antropología, la psicología. Como en la sensibilidad por lo humano, como por  la conducción de la disciplina como elemento fundamental en el camino de consecución de lo que se propone el sujeto[2].
Lo hasta aquí mencionado permitiría al docente  estar acreditado para ejercer la profesión dentro de un tipo de sociedad determinado, por cuanto, cada tipo de sociedad le atañe una forma de forjar el saber, de acuerdo al paradigma de saber que se establezca se puede leer la idea de  docencia que se requiere y la silueta de los responsables de impartirla, como desde luego dichos cambios del tipo de docente son progresivos e interdependientes de los cambios del rol de los dicentes. Por ejemplo: la humanidad en sus inicios tuvo el reto de tener que cazar y para lo cual fue necesario que aprendieran a nadar nadando, muchos tuvieron que arriesgar sus vidas para lograr comprender cuál era la mejor técnica que les permitiera lograr su objetivo, lo que llevo a que otros se convirtieran en aprendices de dichas técnicas, su práctica se institucionalizó para las nuevas generaciones dando paso a un manual de procedimientos que unos conocen y otros necesitan que se les enseñe lo que no saben de dicho saber, lo que más tarde le termina dando paso a la presencia de docentes y dicentes. Dichas rutinas fueron tomando cuerpo y con la aparición de la imprenta se plasmo en grandes manuales, no solo de un oficio, sino inclusive lo que se conoce como la educación en valores, todo esto se le denominara más tarde como sistema escolar.
Autores críticos de la educación como Ivan Illich, quien afirma que lo que realmente aprende hoy las nuevas generaciones lo aprenden por fuera de las fronteras de la misma institución escolar, quien al parecer sigue respondiendo al viejo paradigma de la sociedad, como si  anhelara los viejos tiempos, al igual los docentes siguen realizando las mismas prácticas de los años 1700, aunque los discursos realicen posturas aparentemente vanguardistas para la misma educación. Lo más triste de la situación por la que atraviesa hoy la escuela y en especial la docencia es que las nuevas generaciones para que puedan vivir necesitan de manera urgente entender el mundo y esto no lo pueden realizar si no asisten a la escuela, así está presente una serie de defectos, que de alguna manera han provocado en algunos frustraciones y potenciado en otros nuevas oportunidades de ser.
De acuerdo a las últimas lecturas de realidad que se han hecho por los estudiosos en la escuela, se sigue concluyendo que en ésta se hace fundamental seguir haciendo hincapié en el informe Delors[3], cuando dice que: se debe enseñar a aprender a conocer, aprender a aprender, aprender a vivir juntos y por supuesto aprender a ser en relación con los otros, no desde lo superfluo, sino realmente lo transcendente.
Para lograr lo preconcebido en Delors, se requiere que el docente realmente se ha un portador, de cada uno de los requerimientos que allí se suscriben, porque nadie puede dar de lo que no tiene y mucho menos podría enjuiciar a otro si efectivamente no cuenta en su ser con dichas cualidades. Por lo tanto se hace esencial, no solo tener una legislación acorde con dicha política, es clave la preparación constante de los docentes, tanto los que ingresan a la Universidad como aquellos que ya llevan un largo trabajo dentro de la escuela, que les lleve a facilitar los procesos en sus discentes en cuanto a la adquisición de los aprendizajes, conocimientos y actitudes que les lleve a la senda dentro de la comunidad de manera activa, de forma tal que logren asumir sus propias historias de vida.
En esta medida, la investigación se convierte en el mejor instrumento de ayuda en la praxis del docente, en la posibilidad que le brinda las claves que le ayudaran a comprender el mismo ejercicio docente en cuanto a que esta es una actividad de carácter intelectual y experimental de modo sistemático con el propósito de aumentar los conocimientos, no solo en el campo especifico, sino en el conocimiento que le permitirá tener voz en el diseño del actuar docente.
El docente investigador supera de entrada la trasmisión de un conocimiento, tal vez de poca significación para los discentes, por cuanto su mayor interés es despertar la chispa por la construcción colectiva de un nuevo saber, a partir de lo afirmado por la misma historia, es decir: el docente investigador lleva a que sus discentes adquieran las herramientas epistemológicas de la disciplina que comparte con sus estudiantes.[4]
Esta adquisición no es  una tarea fácil, porque en muchas de las ocasiones a parecen dos variables que se deben tener en cuenta. La primera de ellas es que  algunos de los docentes desconocen hasta la misma epistemología de la disciplina que enseñan, por cuanto fueron educador en paradigmas cuya perspectiva se encontraba centrada en la repetición fosilada de una serie de verdades que en muchas de las ocasiones ni se repiten como son. Y la otra, es que para más de un estudiante de la Escuela Básica,  de la Media y tal vez de la Educación Superior, su formación se encuentra situado en la repetición de lo que se le dice y en ningún momento buscaría repensar el conocimiento, por lo tanto su aprendizaje es de corto plazo, que se queda en la repetición de una serie de afirmaciones que al no poderlas contrastar, solo quedan en su memoria selectiva, lo que le llevara tarde o temprano al olvido. Mientras que un docente que logre despertar esa pasión por la disciplina que enseña, lleva a sus estudiantes no a la repetición de la teoría, sino a la construcción por parte del discente de su propia teoría, a partir, de las teorías que la historia de la disciplina ya ha validado en un determinado tiempo, le permitirá al discente construir un pensamiento crítico que dé cuenta de una construcción seria de conocimiento desde un camino como la falsación de acuerdo a Karl Popper.
Esto no solo formaría lo cognitivo sino que le ayudaría a reconocer al discente a respetar el pensamiento del otro, a recuperar su participación no por delegación sino por su derecho natural, a fortalecer la retorica, a buscar siempre la verdad, a buscar de manera constante nuevos métodos de comprensión de la realidad, hacerse consciente del compromiso no solo con sus semejantes, sino de igual forma con el ecosistema, empezando a apropiarse de la responsabilidad social que hoy se hace urgente  en la escuela. Y por lo tanto lo que se aprende en ella no puede  quedarse plasmado en un cuaderno, que se termina desechando al final de un año escolar, sino que debe ser un aprendizaje vivo que dé cuenta de la vida como valor máximo, en cuanto construye una comunidad que le da sentido de existencia al mismo discente.
Tarea titánica, para aquellos docentes en cuyas aulas  comparten con 50 o más discentes, para lo cual, es fundamental que la misma institución se convierta en una comunidad académica con sentido, que transluce las políticas de la misma institución, porque logra crear redes al interior de la institución como de las mismas aulas, donde el desempeño del estudiante no se mide por su capacidad de repetir o hacer bien una actividad pedagógica, sino por su construcción creativa de pensamiento desde los semilleros de investigación, quienes son las micro comunidades del saber en la medida que se relacionan con objeto de investigación, este sería un paso vanguardista para la producción de la ciencia y la tecnología para la misma comunidad donde se realiza el trabajo investigativo y sería desde luego un aporte significativo al crecimiento de la nación.
Esta conformación de comunidades académicas con sentido, llevarían a que las coordinaciones, tanto generales en algunas instituciones como las académicas den un giro significativo y se conviertan en coordinaciones de investigación, donde una de sus misiones sería convertir la investigación en el principio y fin del proceso pedagógico como en el desarrollo disciplinar, llevando a los docentes a conformar inicialmente de forma tímida grupos de trabajo y docentes interesados en establecer acuerdos sobre los diferentes objetos de estudio que se presentan dentro de la dinámica institucional y el cómo abordarlos desde la investigación, de manera que su actuar no sea la resultante del azar sino que su  intervención pedagógica responda  a los avances de sus investigaciones y de esta forma se establezca una relación estrecha entre su acción social como docente y su formación académica[5].
Para pretender lo anterior es necesario que desde la coordinación de investigación se lidere un programa de capacitación para docentes sobre las competencias investigativas y comunicativas que le permitan a cada docente mejorar sus formas de develar, de comprender los diferentes objetos de estudio, generando en ellos los criterios comunes para hacer el proceso de comunicación reciproca con otros investigadores que sean integrantes de otras comunidades académicas, de esta forma la dinámica de construcción de conocimiento partirá no desde el texto rutinario, sino de la resultante de los diferentes saberes que se conforman entre pares académicos y sea esta la forma de validar el conocimiento científico que debe producir la institución escolar, dentro del campo de la educación como de la pedagogía, que se debe ver reflejada en investigaciones coherentes, donde sus resultados superar los anaqueles por cuanto el producto de la comunidad científica local, es la resultante de la generación de conocimiento  sobre el objeto de estudio y el impacto social que se desprende de la misma investigación[6]. Lo que llevaría a proponer unos estándares de calidad que superan los establecidos por la normatividad vigente, por lo tanto la investigación producto de la comunidad académica de la escuela queda direccionada por la misma dinámica que establece ésta y no por derroteros externos a la misma, lo que hace ver a la investigación como un modo de producir conocimiento real sobre el saber pedagógico, lo que termina afectando de manera directa el desarrollo de la educación que propone la comunidad local como nacional.
La comunidad académica con sentido que  se propone aquí,  lleva a que como institución se establezca la formación de investigadores que recreen de manera constante el trabajo investigativo que se propone, de tal manera que la política como institución no dependa de quien esté en la dirección de la escuela ni de  quien se encuentre realizando la función de coordinador de investigación, ni del docente de turno y desde luego es garantía de la renovación generacional que tiene cada institución para que pueda continuar con vida. Por lo tanto no solo se forma investigadores si no que se termina formando discentes y docentes con pensamiento crítico que contribuyan de manera directa al avance científico que debe tener Colombia en las próximas décadas.
Dicha formación debe centrase en dos elementos. El primero de ellos debe centrarse en la ayuda a descubrir objetos de estudio de su interés en las distintas disciplinas del plan de estudio, como la adquisición de las diferentes estrategias metodológicas, argumentativas requeridas dentro del campo de la investigación. El segundo momento, es fundamental vincular tanto a docentes como discentes a los diferentes grupos de investigación, de forma tal que vayan asumiendo su rol de investigadores y de esta forma se apropien de la ardua pero entretenida tarea de hacer investigación desde la comunidad académica de sentido[7].





[1] VELASQUEZ, Miguel.  Docente Investigador. Lic. En Estudios Religiosos de la Universidad de La Salle, Especializado en Evaluación Educativa  Universidad del Bosque. Magister en docencia Unisalle, Coordinador de Investigación de EMAUXI, autor de varios artículos en Educación y Pedagogía.
[2] Cfr. J.M. ESTEVEN y VERA. Los profesores ante el cambio social. Repercusiones sobre la salud de los profesores. Editorial Anthropos, Barcelona 2002.
[3] Cfr. DELORS, J. (Pres.). La Educación encierra un tesoro, Informe a la Unesco sobre la Educación en el siglo XXI, Santillana, Madrid. 1996
[4] Cfr. MORIN, E. Ciencia con conciencia, Anthropos Editorial del Hombre, Barcelona. 1984
[5] Cfr. BEST,J.W. Cómo investigar en educación. Madrid: Morata. 1972
[6] Cfr. ELSTER, J. Cambio tecnológico: Investigación sobre la racionalidad y transformación social. Ed. Gedisa.1990
[7] Cfr. QUINTERO.M Qué significa investigar en educación 2008


No hay comentarios:

Publicar un comentario